LOS INHÓSPITOS CONFINES DEL IMPERIO: RÍO DE LA PLATA Y LA REGIÓN MAGALLÁNICA
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Actualizado: hace 18 horas
María Jesús Benites
Universidad Nacional de Tucumán, Argentina | GEOPAM

ENTRADILLA: El descubrimiento europeo del Estrecho de Magallanes proyectó su dinámica en el proceso de exploración e integración territorial urdido entre el Río de La Plata y las costas patagónicas. Aquí les invitamos a leer una historia sorprendente acerca de cómo esta tierra pudo reclamarse desde los barcos.
En el siglo XIV, la travesía que emprendió Hernando De Magallanes y culminó Sebastián Elcano no solo significó encontrar el paso que unía ambos océanos, esa herida que une y separa el continente, sino también supuso circunnavegar por primera vez el mundo. Partir de un lugar y retornar a él son los movimientos que transforman este viaje en una hazaña sin precedentes; en un periplo que confirmó la redondez de la Tierra, afianzó el conocimiento sobre ella y la posibilidad imperialista de su absoluta posesión. Cuando atravesar el mar implicaba enfrentarse a un territorio inestable y aterrador, la empresa magallánica redefinió el concepto de límites, tanto geográficos como humanos. El descubrimiento de ese paso precipitó sucesivas expediciones, generando un corpus de documentos y relatos de viaje que podemos denominar como “escrituras imperiales de los confines”.
El derrotero de las naves de la empresa magallánica reinstaló, además, la existencia de una región de confluencias: el Río de La Plata. Se trataba de una zona a cuyas amenazantes costas no se había acercado ninguna empresa española desde el desventurado fin de la expedición de Juan de Solís y sus hombres en 1516, cuyos cuerpos fueron supuestamente devorados por los indígenas. En el caso de la travesía de Magallanes, este fue acompañado por el explorador y cronista italiano Antonio Pigafetta, quien se había embarcado para ver por sus propios ojos las maravillas que se contaban sobre las tierras encontradas por Colón. Pigafetta, quien regresó a España junto con el Elcano y una reducida tripulación en 1522, escribió Primer viaje en torno al globo, obra de amplia e inmediata difusión que da cuenta de estas confluencias y, además, retrata seres singulares habitando el sur hemisférico, como los gigantes Patagones. En efecto, su libro refirió el encuentro con un gran río de agua dulce relatando una antropofágica confluencia: “aquí es donde Juan de Solís, que como nosotros iba al descubrimiento de nuevas tierras, fue comido por los caníbales de los cuales se había fiado demasiado” (p. 203)[1]. Por su parte, sumó otros datos a este corpus de confluencias Ginés de Mafra, un marino que integró la expedición de Magallanes y regresó a España cinco años después que Elcano, y quien escribió un relato de las peripecias y los infortunios que supuso para él la vuelta al mundo. Mafra completó la escena narrada por Pigafetta y refirió la permanencia expedicionaria en las costas del Río de la Plata donde, desde las naves, los exploradores establecieron comunicación con los indígenas:
Estando aquí la armada vinieron a verla algunos indios repartidos en nueve canoas, que son de un palo hechas, cavadas por medio a manera de artesas, y un indio de los más principales dellos estuvo en la capitana un día y una noche y por señas [...] le estuvo la capitana [...] le preguntaban algunas cosas y él respondía y los nuestros interpetraban las señas [se]gún la deseada codicia les enseñaba, porque a este indio mostraron oro y entendieron los nuestros que en aquella tierra había dicho que había mucho. También le mostraron una taza de plata, y a esto, según la interpetración, diz que dijo que esperasen, que él traería mucha cantidad. Y no sé si por ventura tomó el nombre deste río por esto o por otra cosa que subcediese después. Y bien se ha visto ser interpetraciones de codiciosos, según lo que deste río se ha visto después acá. Como es notorio a todos, Magallanes no se cebó del viento de las interpetraciones, antes dio algunas cosas de poco valor al indio y siguió su viaje.[2]
Si bien a través de la pluma de Ginés de Mafra ingresa a la dimensión escrita, el Río de La Plata supone una geografía asociada con la hostilidad y la desconfianza. Todo el intercambio entre españoles e indígenas se realiza en el barco, sin descensos ni tomas de posesión. Resulta Interesante este fragmento porque, como leíamos, instala un posible origen del nombre del río. Mafra escribió, alrededor de 1543, lo que justifica esa marca tempo-espacial donde leemos “después acá” en la cita, con la que alude a empresas colonizadoras posteriores, como las de Sebastián Caboto en 1526 o la de Pedro de Mendoza diez años después.
Casi cien años después del primer viaje de circunnavegación, en 1612, el cronista (hispano-guaraní) Ruy Díaz de Guzmán escribió su obra La Argentina: Historia de las provincias del Río de La Plata, que recién se publicó en 1835 bajo el nombre de La Argentina manuscrita. El texto de Díaz de Guzmán es un testimonio extraordinario que detalla la descripción geográfica y natural del territorio que todavía formaba parte del Virreinato del Perú. En el capítulo segundo, titulado “De la descripción del Río de La Plata comenzando de la costa del mar'', el autor detalla los límites y extensión geográfica de la región, revelando su vastedad y la dinámica de un proceso de apropiación territorial. Si bien trascienden a la letra impresa, las costas patagónicas siguen siendo ese confín que se asocia con el mito de los Césares, de las ciudades encantadas y de la existencia de seres sobrehumanos como gigantes, como lo leemos:
Está este cabo en 35 grados poco más y el otro en 37 y, del cual para el estrecho de Magallanes, hay 18 grados. Corre esta gobernación a esta parte, según Su Majestad le concede, 200 leguas. Es toda aquella costa muy rasa y falta de leña, de pocos puertos y ríos, salvo uno que llaman del Inglés, a la primera vuelta del cabo, y otro muy adelante, que llaman la Bahía sin Fondo, que está de esta otra parte de un gran río, que los de Buenos Aires descubrieron por tierra el año de 605 saliendo en busca de la noticia que se dice de los Césares, sin que por aquella parte descubriesen cosa de consideración, aunque se ha entendido haberla más arrimada a la cordillera que va de Chile para el estrecho y no a la costa del mar por donde fueron descubriendo, y más adelante el de los Gigantes hasta el de Santa Úrsula, que está en 53 grados hasta el estrecho (Díaz de Guzmán, p. 68)[3].
La descripción geográfica se complementa con el trazado de un mapa que organiza la distribución del espacio. Cómo podemos ver abajo, a pesar de que la tinta ha perdido su nitidez, la palabra “sur” señala el límite absoluto del continente; lo acompaña muy cerca el rótulo “tierra no sabida” y se lee allí también la marca “Tierra de gigantes”, que reafirman la imagen fundante de la tierra habitada por esos seres extraordinarios construida por Antonio Pigafetta y replicada por otros viajeros y artistas. Ambos, el texto y el mapa de Díaz de Guzmán, afirman que han transcurrido casi cien años de la primera navegación por las costas patagónicas próximas al Estrecho. Así pues, estas siguen siendo un espacio inhóspito que se integra a una idea de territorio en la escritura y en el trazado cartográfico.

Ilustración trabajada sobre el documento que resguarda de la carta el Archivo General de Indias (Sevilla), signatura MP-BUENOS_AIRES,4 con zoom al sector más austral del “Mapa de América del Sur desde el Ecuador hasta el Estrecho de Magallanes”, donde se leen las rotulaciones “tierra no sabida” y “el Sur”. ©Copyright: Vero Figueroa.
El descubrimiento europeo del Estrecho de Magallanes proyectó entonces una dinámica en el complejo proceso de exploración e integración territorial urdido entre el Río de la Plata y las costas patagónicas. El Río de la Plata y el mar que conduce al Estrecho son desde entonces espacios de circulación, pero también desiertos rigurosos y hostiles. El barco fue el lugar móvil desde el que se configuró una idea de territorio traducida en las acciones complementarias de narrar la experiencia de lo vivido, describir el mundo observado y trazar nuevas cartografías para poseerlo.
Colofón
☞Los curiosos -y valientes paleógrafos- interesados, pueden leer por sí mismos el texto antes citado del manuscrito que reproducimos de Ginés de Mafra:

Extracto del Manuscrito del relato de Ginés de Mafra que se conserva en el Departamento de Manuscritos del Museo Británico bajo la denominación de Relaciones de Viajes. Se trata de un documento de mediados del siglo XVI. Algunos folios llevan por rúbrica el nombre del marinero.
Notas:
[1] La cita corresponde a la versión del diario de Pigafetta incluida en La primera vuelta al mundo. Madrid: Miraguano /Polifemo. 2012
[2] Esta transcripción corresponde al documento encontrado en la sección Manuscritos de la Biblioteca Británica. Actualmente se encuentra en proceso de edición en la Colección “Letras del Reino de Chile”, dirigida por el Dr. Miguel Donoso (Universidad de los Andes, Santiago de Chile). Esta cita fue transcrita por la autora y por Carlos Castilla. En la Biblioteca Nacional de Madrid se encuentra una copia del manuscrito de fines del siglo XVI.
[3] Argentina: Historia del Descubrimiento y Conquista del Río de la Plata. La cita corresponde a la edición al cuidado de Silvia Tieffemberg, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 2012.
Acerca de la autora

Mi nombre es María Jesús Benites; vivo en la provincia de Tucumán, al norte de Argentina, donde se declaró la independencia en 1816. Es un lugar de veranos agobiantes con montañas y yungas de un verde profundo y una humedad que todo lo invade. Desde esta geografía estudio los viajeros que, atravesados por el infortunio y la decepción, recorrieron durante el siglo XVI las inhóspitas y ventosas costas de la Patagonia y el Estrecho de Magallanes. Desde hace muchos años doy clases en la Facultad de Filosofía y Letras, en la materia Literatura Latinoamericana que dicto en la Universidad Nacional de Tucumán. Disfruto enseñar porque es una experiencia de constante aprendizaje. También me apasiona el trabajo de archivo, la lectura de manuscritos, el contacto con la materialidad misma de la escritura. Leer es mi actividad predilecta y no pasa un día sin que lea un poema, pero lo que más felicidad me produce es estar en compañía de mi familia. Ah, también tengo un hobby: sacar fotos de los atardeceres sobre los cerros tucumanos.
Me encuentran en Facebook: https://www.facebook.com/mariajesus.benites


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