CALENDARIO HERBAL DE MALEZAS
- geopam

- 26 sept
- 3 Min. de lectura
Ortiga (Urtica urens)

Ilustración de ©Sofía Carrère (IG: @chonflers).
Elaboración con gouache a partir de fotografías botánicas.
Esta chica pinchuda crece en suelos ricos, por lo que verla aparecer es signo de un buen suelo. Su nombre es, literalmente, “ortiga” en latín, es decir, “aguijón”, y urens un epíteto que procede del verbo urere, que significa "quemar". Su fama de irritante la precede. Sus pelos, responsables de esta sensación (urticantes, o tricomas), son muy poco resistentes, por eso es que un simple roce los rompe y desencadena el efecto.
Se trata de una planta común en muchas partes del mundo y cuya fama, por lo dicho , no suele ser la mejor. Sin embargo, esta maleza hermosa, además de comestible, tiene muchísimas propiedades nutricionales, medicinales y mágicas.
La ortiga era ya citada en los tratados medievales como remedio para la retención de líquidos. En el siglo XVI, el médico y alquimista Paracelso recomendaba recogerla con la Luna en Escorpio y llevarla encima para obtener valentía y audacia. También tiene muchas y efectivas aplicaciones tópicas y se utiliza como planta medicinal desde hace miles de años. Sirve para mejorar la diarrea, la anemia y el reumatismo, entre otras afecciones de lo interno, y, en lo externo, para atender problemas dermatológicos, como la caída del cabello, la caspa y el acné. Por más irritante (o justamente por ello), tiene un alto poder antiinflamatorio.
La ortiga se utiliza también como materia prima en la obtención de clorofila. En procesos industriales, se aprovecha para fabricar pasta de papel o como tinte para colorear telas. Es, también, fuente de fibras textiles en la confección de cuerdas, redes, velas de barcos y ropas. Este último uso se remonta a la Primera Guerra Mundial, cuando escasearon fibras más habituales.
La hoja se recolecta, ojalá con guantes, en primavera. Estas hojas deben ser de un verde intenso y recogerse allí donde no haya animales. Sus pelitos urticantes también tienen ciertos usos medicinales: ortigarse puede servir para mejorar la circulación y las alergias, pero, si uno no quiere irritarse, es cosa de esperar al día siguiente a la recolección o de darles una buena lavada con agua caliente para que sean manejables. Otro tip es pegarle a la planta con una vara o con el zapato antes de tomarla.
Receta: Croquetas de ortiga
Las hojas de ortiga se reducen mucho en tamaño al cocerlas, así que hay que considerar tener una buena cantidad. Para esta receta necesitaremos al menos cinco puñados grandes de hojas ya cocidas. Primero, debemos hervir las hojas en abundante agua por cerca de cinco minutos. Una vez cocidas, las pondremos en un bowl junto con un huevo grande, media taza de harina, media taza de leche y dos cucharadas de queso rallado. A la mezcla añadiremos especias, sal y pimienta al gusto. Cuando la masa sea homogénea, haremos bolitas con ayuda de una cuchara, para después freírlas en aceite caliente, girándolas de forma que no se quemen. Finalmente, hay que escurrirlas en papel de cocina para quitar el exceso de aceite.
El resultado es delicioso y nutritivo, y combina muy bien con ensaladas, arroz o papas.
Acerca de las jardineras
Este calendario herbal trepa las paredes, surge por las grietas y salpica las páginas de Canoa gracias a la colaboración que ideamos con Sofía Carrère y María José Riveros, editoras -o quizá más bien custodias- de la obra Advenas, hierbas migrantes (2022).

Sofía Carrère Riveros, invierno 1995
Escritora e investigadora. Licenciada en letras, también es máster en Creación Literaria y máster en Investigación en Arte y Diseño. Ha trabajado en proyectos de cultura y como profesora de idiomas. Su primera novela, Un cielo de juguete (2021), fue publicada por la editorial Zaíno en Colombia. Recientemente colaboró con uno de los relatos del proyecto antología Para quedarme aquí (2024) de la editorial Graviola. Actualmente vive en Barcelona con su gata Taiga. svcarrere@gmail.co

María José Riveros Valle, verano 1972
Gestora cultural y docente vagabunda. Sus dos hijos la ayudan a tener los pies en la tierra. Fascinada con la teoría del arte y las divagaciones sobre la belleza, eso mismo enseña a sus alumnos, y a veces los lleva al cerro a investigar qué pueden aprender ahí. Ha trabajado en museos y centros culturales, como curadora, crítica gastronómica, columnista e investigadora. @mjoseriverosva






Comentarios